viernes, 21 de enero de 2022

Juan Pablo Duarte

Juan Pablo Duarte y Diez (26 de enero de 1813, Ciudad de Santo Domingo, Provincia de Santo Domingo - 15 de julio de 1876, Caracas ) fue un profesor, militar, político y activista liberal dominicano.1​2​ Es junto a Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella, uno de los Padres de la Patria y fundadores de la República Dominicana. Ideó y presidió la lucha de varias organizaciones civiles-político-militares clandestinas como La Dramática, La Filantrópica y La Trinitaria, creadas para luchar contra la invasión haitiana y por la independencia de la República Dominicana.3​ Duarte, aun siendo exiliado supervisó y financió en gran medida la guerra de independencia llevada a cabo por sus compañeros de lucha, lo que derivó en su ruina económica y la de su familia, poseedora de amplias riquezas provenientes de los negocios de comercio marítimo que realizaba su padre.4​5​ Su visión liberal se vio socavada por los afrancesados, que pretendían hacer que la recién fundada nación se volviera un protectorado francés, mientras que los conservadoras, pretendían reincorporar el territorio a España. Sin embargo, sus ideales democráticos han servido como principios rectores para la mayoría de los gobiernos dominicanos. Su iniciativa lo convirtió en un mártir político a los ojos de las generaciones posteriores.

jueves, 16 de mayo de 2013

FE Y ALEGRÍA, UN MOVIMIENTO DE PROMOCIÓN SOCIAL


Fe y Alegría es principalmente conocido por sus escuelas. Claro, ella se entiende principalmente como “un movimiento internacional de educación popular integral.” Pero  es también un movimiento de “promoción social”. La ocasión de celebrar el  XX Aniversario de Fe y Alegría Dominicana nos va a permitir compartir experiencias  sobre esa dimensión.
 El Plan Estratégico creado actualmente reitera ideas claves como a) crear escuelas de padres y madres, b) ofrecer programas de formación cívico-ciudadana para la comunidad educativa. c) proporcionar  servicios de salud y alimentación para provecho de alumnos y vecinos, y c) proponer cursos de formación para el trabajo y la vida en particular la alfabetización.

Centro Educativo Fe y Alegría Historia y Evolución


Historia de Fe y Alegría.

Fe y Alegría nació para impulsar el cambio social por medio de la Educación Popular Integral"



Esta Nace en Venezuela el 5 de marzo de 1955, creada por el sacerdote jesuita José María Velaz, como una entidad no gubernamental de solidaridad social, para aunar esfuerzos de la sociedad y el Estado en la creación y mantenimiento de servicios educativos y sociales en zonas deprimidas de la ciudad y del campo. Con los años, el Movimiento se ha extendido, en la región de América Latina y El Caribe, a Ecuador 1964, Panamá 1965, Perú 1966, Bolivia 1966, El Salvador 1968, Colombia 1971, Nicaragua 1974, Guatemala 1976,Brasil 1980, República Dominicana 1991, Paraguay 1992, Argentina 1996, Honduras 2000, Chile 2005, Haití 2006 y Uruguay 2008.

El nacimiento de Fe y Alegría

Estando encargado de la atención espiritual de los jóvenes de la Universidad Católica, Vélaz quiso que los estudiantes fraguaran una profunda sensibilidad social al palpar la miseria en que vivían multitudes de hermanos. Y así, los domingos solían salir a los barrios de Catia a enseñar catecismo y repartir algunas bolsas de ropa y de comida. Pronto entendieron, sin embargo, que el servicio cristiano, para ser de veras eficaz, se tenía que encarnar en una amplia red de escuelas, en un vasto movimiento de educación que rescatara a las mayorías de la ignorancia, raíz de la más profunda servidumbre. Vélaz, que consideraba a la educación como la mayor fuerza transformadora del mundo, pensaba que la falta de educación era la causa principal de la marginalidad y de la miseria: “Pueblo ignorante es Pueblo sometido, Pueblo mediatizado, Pueblo oprimido. Por el contrario, Pueblo educado es Pueblo Libre, Pueblo transformado y Pueblo dueño de sus destinos” (Discurso en la Universidad Católica con motivo del otorgamiento del Doctorado Honoris Causa en Educación).

La primera escuela nació de un acto de rotunda generosidad: cuando el obrero Abrahán Reyes se enteró que el Padre Vélaz y su grupito de universitarios andaban buscando un lugar para la escuela, les ofreció su casa. Durante ocho años, trabajando en sus ratos libres, Abrahán y su esposa habían construido esa casa, la habían ido moldeando con sus manos y sus sueños. Carreteaban el agua para la mezcla en latas de manteca desde varios kilómetros. Y una vez terminada, la ofrecieron con sinceridad y sin aspavientos. Así nació Fe y Alegría: en una casa regalada con 100 niños sentados en bloques sobre el suelo. El gesto de Abrahán y su señora habría de despertar múltiples y espontáneas generosidades que, desde sus inicios, han marcado la trayectoria de Fe y Alegría: una de las muchachas universitarias regaló sus zarcillos. Los rifaron y con lo que se sacó de la rifa se compraron los primeros pupitres y hasta alcanzó para darles algo a las primeras maestras. Esta fue la primera rifa de Fe y Alegría. Posteriormente, la rifa llegaría a convertirse en una especie de cruzada nacional que aglutina infinidad de generosidades anónimas y que, durante años, fue la principal fuente de ingresos para sostener y aumentar la obra.

Rápidamente, Fe y Alegría empezó a germinar en lo imposible: debajo de una mata, en ranchos alquilados, en escuelas que fueron creciendo sobre precipicios y quebradas, en basureros, en cumbres de cerros, en los lugares inhóspitos que nadie ambicionaba. Para conseguir recursos, además de la rifa, se emprendieron osadas campañas de promoción, se montaron oficinas, se tocó al corazón de personas generosas, se dio rienda suelta a la creatividad más atrevida.

El propio nombre de Fe y Alegría no fue escogido al azar. Debía recoger la propia identidad, ser a un mismo tiempo espejo y meta: “Nuestro nombre de Fe y Alegría no es una casualidad, ni tampoco algo intrascendente. Es un nombre totalmente meditado, como la meta a que conduce nuestro camino. Es nuestro emblema y nuestra bandera que fue pensada muchas horas y muchas veces. Es nuestro ‘santo y seña’.

Somos mensajeros de la Fe y al mismo tiempo Mensajeros de la Alegría. Debemos por lo tanto aspirar a ser Pedagogos en la Educación de la Fe y Pedagogos de la Alegría. Dos vuelos espirituales tan hermosos y radiantes que son capaces de enamorar una vocación. Dos Poderes y dos Dones de Dios que son capaces de transformar el mundo” (J. M. Vélaz, Pedagogía de la Alegría).

Fe y Alegría siempre quiso ser una obra de iglesia que agrupara las generosidades de muchos en torno a su proyecto educativo: la comunidad colaboraría con su trabajo, levantando paredes, limpiando terrenos, pintando..., los más privilegiados aportarían sus recursos económicos, sus influencias, sus ideas, otros darían sus talentos, su trabajo. Y Fe y Alegría liderizaría el clamor popular de Justicia Educativa en defensa de los derechos a la educación de los más pobres. El Ministerio de Educación no es el amo, sino un simple administrador de los recursos de todos. Fe y Alegría tendría que crecer fuerte para hacer oír su voz como “un fuerte rugido de leones”.



Vélaz, el Educador

Fe y Alegría se define como un movimiento de Educación Popular Integral. En estas dos palabras, ‘Popular e Integral’, tan preñadas de sentido, se compendia la esencia de su propuesta educativa. Frases como “Fe y Alegría comienza donde termina el asfalto, donde no gotea el agua potable, donde la ciudad pierde su nombre”, reflejarán su inquebrantable decisión de insertarse con los más desposeídos: “Nos hemos atrevido a levantar una bandera -escribirá Vélaz- cuando tantos arrían y desdeñan las banderas. Nuestra bandera ha sido la Educación Integral de los más Pobres, es decir, de los más menospreciados e ignorantes, y como estos son muchos millones, nos hemos atrevido a la Educación de Millones. O lo que es lo mismo: a la liberación de millones” (Fe y Alegría. Características Principales e instrumentos de acción). 

La educación de Fe y Alegría no puede ser “una pobre educación para los pobres”, sino que tiene que ser una educación de calidad, “la mejor educación para los más pobres”, una educación integral que forme a la persona en su totalidad.

Si la educación es para el Padre José María un instrumento de liberación y de humanización, si por medio de ella contribuimos a continuar el plan salvífico de Dios que quiere el desarrollo pleno de cada hombre, no bastará educar a todos los hombres, sino que habrá que educar a TODO el hombre. Tendremos que rescatar a la educación de su academicismo vacío y estéril en que está atrapada, para hacer de ella un medio de crecimiento personal y social. Educar a todo el hombre supone tomar en cuenta al alumno en su totalidad de persona y como miembro de una determinada comunidad, y no como mera cabeza o como un receptáculo a llenar con conocimientos muertos. Habrá que atender su estómago si tiene hambre, su salud resquebrajada, su corazón herido por el desamor. Habrá que hacer de él una persona fuerte, generosa, de manos trabajadoras y pies solidarios, con una sexualidad y una afectividad maduras y responsables, con unos ojos críticos y autocríticos, capaces de descubrir y apreciar lo bello, de admirar la Naturaleza como espejo de Dios, con un olfato especial para percibir lo que sucede y las causas porque sucede, con unos oídos atentos a los clamores de su gente, y con una palabra que sea expresión de vida, voz valiente de los que no tienen voz.

Vélaz, el pionero

Hombre incansable, de frontera, el Padre José María nunca se contentaba con los logros alcanzados. Siempre aspiraba más. No podíamos aburguesarnos en Fe y Alegría cuando cada vez era mayor la magnitud del desamparo. Convencido de que Fe y Alegría corría el peligro de rutinizarse en una serie de escuelas urbanas tradicionales, dedicó los últimos años de su vida a impulsar una educación que asumiera cada vez con mayor seriedad el mundo del trabajo y que preparara a los alumnos para ejercer dignamente un oficio.

Emprendió con toda su energía la superación de esas escuelas tradicionales, desligadas de la vida, donde los alumnos aprenden cosas inútiles, que no les sirven para nada y que, por ello, las abandonan antes de tiempo o las soportan en una especie de ritual que los deja vacíos y derrotados: “Si queremos que la Educación no cree Entes o entelequias separadas de la vida popular, tenemos que llegar con nuestra enseñanza a aquellas actividades que le permitirán al Pueblo una vida digna, una alimentación completa, una habitación de seres humanos, y un nivel cultural y espiritual cónsono con los planes de la modernidad y de la cristiandad” (Cartas del Masparro, pág. 20).

Para impulsar este tipo de educación en el trabajo productivo se fue Vélaz primero a fundar a San Javier del valle, en Mérida, y cuando consideró que estaba ya bien afincado este Instituto, con un ciclo diversificado profesional del que egresan los alumnos como Técnicos Medios en 13 especialidades, se metió llano adentro en busca de su viejo sueño de montar una red de escuelas agropecuarias y forestales para los campesinos desamparados.

Fundando en San Ignacio del Masparro le sorprendió la muerte. Como siempre, su mente ardía con múltiples y ambiciosos proyectos. Estaba intentando introducir a Fe y Alegría al África, acababa de venir de la Gran Sabana donde quería iniciar una red de escuelas para atender a “los más pobres entre los pobres”, los indígenas.